Siguiendo
con historia de la política cultural, en
clase repasamos dos conceptos que tenemos que tener muy claros:
La
democratización cultural se entiende como el modelo de política cultural en el que se facilita el acceso a la cultura
a los usuarios. El otro modelo es
democracia cultural en donde existe participación, el usuario crea y hace cultura.
Ósea es creador y realiza por ejemplo: talleres artísticos, crea eventos, etc.
Durante la
dictadura nunca hubo un Ministerio, es
entonces cuando en la transición se incorporó el Ministerio de Cultura. En esta época en su
gran mayoría se utiliza el modelo de democratización, en general los organismos
públicos no están muy bien estructurados. Un ejemplo de la época es la “movida madrileña”, la cual se entiende como una cultura
organizada por la propia comunidad pero que
por la falta de experiencia no se crea unos cimientos fuertes para
mantenerla. En el sentido de que se permite conciertos y disfrute de la música
pero no se crea por ejemplo escuelas- taller de música, salas o certámenes.
Sigue estando presente la tutela de los organismos en la cultura
En el momento
que comenzó la crisis del petróleo, la política cultural se vio afectada por
los recortes y es entonces cuando se recurre a la gestión
cultural para economizar.
Así es como se
justifica la cultura de manera extra cultural ya que se entiende como un
servicio que dinamiza el empleo y favorece un mayor turismo, para su difusión
se emplea el marketing, hasta ahora no se había puesto en marcha de manera
sería.
En la primera
década del siglo XXI se pronuncia los efectos de la globalización, las
corrientes migratorias en España favorecen la
interculturalidad y se utiliza la
cultura como cohesión social. Para ello es necesario democratizar la cultura, y
así todas las comunidades participan y generan cohesión social.
Hoy en día
existe una confrontación entre los que están a favor de una cultura
subvencionada por organismos público o privado.
Las personas
que temen que desaparezca el estado de bienestar creen que para proteger la cultura el sector
público debería intervenir, pero el inconveniente es que en el patrocinio casi siempre se busca un interés o provoca una
distorsión de las preferencias, orientado hacía la “cultura
de consumo”.
Como excepción
se podría hablar del monográfico Magazine que es una revista local realizada
por ilustrados nóveles y que está patrocinada por locales pequeños de barrios
como Ruzafa, Benimaclet y Carmen. Esto si que sería un mecenazgo ejemplar.
También en
clase se planteó que en la ciudad de Valencia la oferta cultural está limitada y
desequilibrada según las zonas. Por ejemplo algunos barrios de una gran
población no tienen teatro y en el centro se acumulan casi todos.
En mi opinión
esto es una realidad pero lo que yo veo que ocurre en mi barrio, Xuquer es que
habiendo unos cines independientes: Cines Albatros, que está cerrado y Babel que está en graves problemas económicos
desde hace ya muchos años. Y que las películas que hay en la programación son
muy difíciles de encontrar en la web y además de ser subtituladas son de los cines más
baratos. No se justifica salas vacías.
Con este
panorama creo que lo primero que se debería hacer es una política cultural que
tuviera como objetivo educar a la población a aprovechar los recursos culturales y que
comprendieran los beneficios que pueden
obtener formando parte de la cultura.
Un enfoque muy
negativo es la manera de entender la cultura como una necesidad de consumo y no como una forma de
desarrollarse.
Es por ello el
surgimiento de la Plataforma por la
Cultura o movimientos creados por la
sociedad civil que actúan alrededor del modelo de democracia cultural.
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